miércoles, 1 de abril de 2020

Reseña: Dónde puedo alquilar una primavera, Silvia Laforet


“Alicia, recién divorciada y con dos niños, alquila un piso en un barrio sencillo que parece lo que realmente es: un lugar lleno de vida auténtica, de la de verdad. Confusa y agobiada, Alicia no sabe si va a ser capaz de estar tan viva como sus nuevos vecinos. Sin embargo, casi sin quererlo, una sorprendente revolución le espera entre las cajas de la mudanza.

Arturo el Anciano, Ángeles la Dispuesta, Fernando el Guapo y Rodrigo el Tímido le van a enseñar a Alicia la Triste que la felicidad es una planta que florece inesperadamente y que, si no estamos atentos, corremos el riesgo de perdernos su perfume.No importa que tengas veinte años o ciento doce, cuarenta y tantos o sesenta y tres. 

En esta novela estáis tú, y tu vecino del bajo, la del 3º A, y el chaval del 1º B. Están tu barrio y otros barrios, sucesos antiguos, de la semana pasada y también, ya lo verás, del porvenir, ese lugar que puede ser —¿por qué no?—, tan luminoso como una primavera”.

Esta es una novela de esas que tienen alma, llena de vivencias cotidianas que pueden sucedernos a todos, de las que todos estamos rodeados día a día y en la que sin remedio te puedes ver reflejado. 
Sílvia Laforet ha sabido trasmitir con sentido del humor, sensibilidad y mucha dosis de ternura las relaciones humanas que en muchas ocasiones se dan en las comunidades de vecinos, de las que tal vez hoy en día no estamos muy acostumbrados por las prisas y la individualización en la que nos vemos sometidos la mayoría nosotros, debido a la vorágine social en la que estamos inmersos, pero que creo que todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido la suerte de disfrutar. Al menos a mí me ha hecho aflorar recuerdos de mi niñez y juventud cuando los vecinos del edificio donde vivía, y no solo eso, casi todo el barrio, éramos una comunidad donde la solidaridad y las ganas de compartir eran el pan nuestro de cada día, también es verdad que con algunas dosis de chafardeo y comadreo, pero a una cuando alguien necesitaba algo. Una pena que este sentimiento de comunidad se haya ido diluyendo en las comunidades de vecinos actuales.
La escritora nos dibuja una serie de personajes marcados por las circunstancias que a cada uno le ha tocado vivir, supervivientes  del pasado en algunas ocasiones o de un presente difícil de afrontar marcados como están por ese mismo pasado.
Alicia acaba de instalarse en el edificio con sus dos niños pequeños con un divorcio reciente a cuestas y con las heridas todavía muy tiernas de ese fracaso matrimonial. Arturo, el más antiguo de la comunidad, un anciano de noventa años, sin familia alguna, que ha vivido lo suyo (fue uno de los niños de la guerra, separado de su madre y enviado a un país extranjero para poder sobrevivir a la barbarie de una guerra civil) inválido desde hace muchos años y al que el resto de vecinos ayuda incondicionalmente repartiéndose su cuidado. Ángeles y Antonio, padres de una adolescente de dieciséis años que los trae a mal traer, él en paro desde hace un tiempo, sin posibilidades de encontrar trabajo y que día a día se hunde en el pozo de la amargura amenazando con arrastrar al resto de la familia con su caída. Ella, Ángeles, el alma y el motor de la comunidad, una mujer que se ha hecho a sí misma con un empuje sin límites, un tanto cotilla pero con un corazón de oro, y como una madre para el resto de vecinos. Fernando, el Peter Pan de la comunidad, con casi treinta años sigue comportándose como un adolescente, sin querer asumir responsabilidades y viviendo la vida tal y como se le presenta, aún más tras la muerte de su abuela, a la que adoraba y con la que vivía desde que a los dieciséis años abandonó el hogar paterno porque ya no aguantaba más el maltrato recibido por un padre, amargado de la vida y que siempre lo culpabilizó de la muerte tras el parto de su mujer. Rodrigo, soltero con cuarenta años porque dedicó su vida a cuidar de su madre enferma, una mujer déspota y manipuladora que no le demostró nunca el más mínimo cariño, pero que tras su muerte y al quedarse en el paro se siente perdido en un laberinto del que no sabe cómo salir.
Con este mapa de personajes integrados en esta pequeña comunidad la trama se va desarrollando desde la visión de cada uno de ellos, de su intercomunicación y de su ayuda mutua. Un libro que no tiene intriga ni tensión, pero que fluye armoniosamente dejándote enredado entre sus páginas y haciéndote disfrutar de principio a final.

2 comentarios:

  1. Me gustan mucho este tipo de historias, de personajes, en las que parece que no pasa nada pero pasa mucho. Me la llevo apuntada.
    Besotes!!!

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  2. No conocia este libro y de momento no entra en mis planes de lectura.

    Saludos

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