Reseña: Los amigos - Kazumi Yumoto

Ficha técnica:

LOS AMIGOS (EN PAPEL)

KAZUMI YUMOTO , NOCTURNA EDICIONES, 2015

ISBN 9788494335419

DATOS DEL LIBRO

Nº de páginas: 210 págs.

Encuadernación: Tapa blanda

Editorial: NOCTURNA EDICIONES

Lengua: CASTELLANO

ISBN: 9788494335419

Sinopsis:

«Una novela sobre la muerte que defiende la alegría de vivir» En clase, Yamashita es el gordinflón, Kiyama es tan larguirucho que le llaman «espárrago» y Kawabe, el raro que cada vez que habla de su padre se inventa una profesión distinta. Los tres tienen doce años y una vida normal... hasta que la abuela de Yamashita muer e. Entonces experimentan una súbita curiosidad por la muerte: ¿qué pasará después?, ¿qué expresión se le quedará a uno al morir?, ¿existirán los espíritus?En busca de respuestas, deciden espiar a un anciano que vive cerca del colegio porque han oído comentar a un adulto que morirá pronto. Sólo es cuestión de organizarse para no perderle de vista. Y de que él no se dé cuenta, claro.

«Una elocuente novela de iniciación que primero conmueve y luego hiere». Publishers Weekly

«Una historia poco convencional y en absoluto sentimentaloide acerca de la llegada a la madurez». Kirkus

«Una novela sobre la muerte que defiende la alegría de vivir». School Library Journal

Mis impresiones:

Este libro ha llegado hasta mis manos por recomendación, y desde aquí les doy las gracias a las personas que me lo recomendaron, porque la verdad es que es un libro precioso a pesar, o más bien debido, a su sencillez.

Una historia que nos habla de la amistad y de la soledad.

La curiosidad hacia la muerte es algo innato en todos los seres humanos, pero cuando se es niño, y más aún en una sociedad donde la muerte es casi como un tabú del que intentamos no hablar mucho y pensar menos, las preguntas quedan flotando a nuestro alrededor. Si eso ya es así entre los adultos ni que decir tiene que los niños, llegados a una edad donde la curiosidad y las ansías de saber se despiertan, es un tema que los atrae como la luz a las polillas.

Nuestros tres jóvenes protagonistas sienten esa curiosidad hacia el tema de la muerte a raíz del fallecimiento de la abuela de uno de ellos, y deciden descubrir todo lo que puedan sobre ella, y no se les ocurre otra cosa más que observar a escondidas a un anciano del barrio del que han oído decir que no tardará en morir. A partir de aquí se creará una amistad preciosa donde la diferencia de edad será lo de menos y que marcará la existencia de todos para siempre. Los niños encontrarán respuestas a preguntas suspendidas en el aire y el anciano ahuyentará la soledad que como fiel compañera ha caminado junto a él durante demasiado tiempo, de darlo todo por perdido y dejar pasar los días malviviendo hasta encontrarse cara a cara con la muerte, a disfrutar de una inocente amistad donde encontrará los recursos para vivir y disfrutar haciéndolo. 

Escrita con una sencillez y una poesía exquisita, llena de diálogos infantiles muy bien adaptados a la edad que representan los protagonistas sin ínfulas de la adultez prematura que les dan algunos escritores en sus obras, pero que también hacen reflexionar al lector adulto que las está leyendo haciendo que se replantee preguntas que en un momento u otro todos nos hemos hecho.

Lo dicho, un libro muy sencillo de leer pero con una profundidad sorprendente, de esos que si el libro es tuyo necesitas tener un bolígrafo a mano para ir subrayando párrafos. Lleno de matices muy interesantes que hace que sigas pensando en él aunque ya hayas pasado su última página.

Para cerrar este comentario os dejo con un párrafo que a mí al menos me ha calado hondo: “…Quizá sea divertido ser viejo, porque cuanto más viejo eres, más recuerdos tienes. Y aunque el propietario de esos recuerdos se muera, los recuerdos permanecen, flotan en el aire, se disuelven en la lluvia y penetran en la tierra. Y a lo mejor entran después en el corazón de alguien que pasa por allí. Quizá los recuerdos sean también traviesos y les guste hacernos creer que hemos estado antes en algún sitio, cuando en realidad es la primera vez que pasamos por allí...”

Montse