Un gran poder destructivo sacude la Tierra cada 27 millones de años, pero ¿de qué se trata? Investigadores rechazan una vieja hipótesis astronómica

Adrian Melott, de la Universidad de Kansas, y Richard Bambach, del Instituto Smithsoniano en Washington, han examinado los datos de archivos fósiles de 500 millones de antigüedad -el doble de lo que nadie haya analizado jamás-, para concluir, con un nivel de confianza del 99%, que algo de enorme poder destructivo atiza nuestro planeta cada 27 millones de años, una periodicidad que muchos paleobiólogos ya han reconocido anteriormente.
Según los autores, esto es una señal clara y nítida en una enorme longitud de tiempo. La primera idea que se les pasó por la cabeza para explicar esta regularidad es que un objeto oscuro lejano orbita el Sol cada 27 millones de años y que, cuando nos visita, nos envía una lluvia mortal de cometas como tarjeta de presentación.
¿Puede tratarse de Némesis? En 1984, físicos de las universidades de Berkeley y Princeton publicaron en Nature un estudio que sugería que nuestro Sol podía formar parte de un sistema binario. Su acompañante sería Némesis, una estrella apagada o una enana marrón aún no descubierta (llamada así por la diosa griega de la venganza) que cada 26 a 34 millones de años atravesaría la nube de Oort. Al hacerlo, provocaría una terrible tormenta de grandes cometas que explicaría las grandes catástrofes planetarias y las extinciones asociadas.
El autor de la hipótesis, R.A. Muller, llegó a afirmar que si le daban «un millón de dólares, descubro a Némesis». Sin embargo, la idea fue recibida de forma muy desigual por la comunidad científica y hoy en día tiene muchos detractores. Para Melott y Bambuch, la precisión y regularidad de las extinciones masivas demuestra precisamente que Némesis no existe. Según ellos, la órbita de Némesis debería haberse visto infuenciada por los numerosos encuentros que el Sol ha tenido con otras estrellas en los últimos 500 millones de años.
Un enemigo cercano:
Estos encuentros habrían causado que la órbita de Némesis variara de una u otra forma. La órbita podría haber cambiado repentinamente de forma que, en vez de mostrar un solo pico en su periodicidad, tuviera dos o más; o la periodicidad podría haber cambiado gradualmente hasta un 20%. Sin embargo, los datos señalan que las extinciones ocurren cada 27 millones de años, tan regular como un reloj, lo que significa, según los autores, que no es culpa de la hipotética Némesis. A su juicio, algo más anda debe ser el responsable y quizás nuestro enemigo esté más cerca de casa de lo que pensamos.
Para los más angustiados por un cataclismo cósmico, los científicos señalan que la última extinción masiva se produjo hace 11 millones de años, así que, si la teoría se cumple, todavía queda bastante tiempo para conocer qué es lo que próximo que se nos viene encima.
Fuente: Periodico ABC
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