La obsesión por el tamaño lleva a que el 90% de los hombres que piden un alargamiento de pene no lo necesitan.
20 DE MAYO DE 2013
¿Si el pene fuese un ser independiente y parlante, como creen que sería representado: cómo el amigo fiel que coopera cuando se le necesita y deja tranquilo a su amo cuando este lo requiere, cómo el niño travieso y juguetón al que le gusta llevar la contraria a sus padres y montar pataletas en el momento más inoportuno, o cómo el eterno insatisfecho y protestón, que cuando ve películas porno le susurra maliciosamente a su dueño: “ves, ese es más grande que yo”? La respuesta correcta sería probablemente un compendio de todas esas personalidades.
Si el hándicap de la sexualidad femenina es ser más difícil que la de los varones -el propio órgano genital, la vagina, es algo oculto e introvertido y el mecanismo del deseo es también más complicado y sujeto a múltiples variables en la mujer-; la cruz de los hombres está justamente en su extroversión, en su obviedad, en su incapacidad de esconderse y en la estrecha relación que siempre ha habido entre la sexualidad masculina y la genitalidad.
Tener un barómetro del deseo, la hombría y la fortaleza a la vista, como poco de ellos mismos, no debe ser una carga fácil de llevar. Sin contar con la idea aún extendida de que el placer de una relación sexual tiene uno de sus mayores pilares en la dureza y rigidez de ese pequeño ser, que aunque no piensa, si que tiene cabeza. Como señala la sexóloga y ginecóloga Francisca Molero, del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, “la visibilidad del pene hace que el aprendizaje sexual en los hombres sea más rápido. Se masturban antes y conocen mejor su fisiología que las mujeres, pero ocurre también que en un encuentro sexual uno de los ingredientes esenciales es percibir la excitación y el deseo en el otro. Todos estamos acostumbrados a que la mujer tenga una respuesta más lenta, sin embargo a los hombres se les exige que su pene actúe como un resorte y se mantenga erecto en todo momento, lo que provoca no pocos miedos e inseguridades”.
El tamaño es el asunto que ha hecho correr más ríos de tinta y lo políticamente correcto es decir que no importa, pero hasta ahora no he conocido a ningún hombre que no sepa al dedillo sus medidas -en reposo y en acción- en cuestión tan banal. Si la medida estándar del miembro es de 15 cm en erección, tal vez no haya mucha diferencia entre uno que mida 16 y otro de 19, pero si uno tiene un micropene -los que no pasan de los 6 cm en estado de excitación, aunque esto es muy poco común-, realmente se puede decir que tiene un pequeño problema, como también lo tienen los que se exceden en el tamaño.
Jonah Falcon, el hombre con la polla más grande del planeta –24 cm en reposo y 34 en erección–, lo tuvo en un aeropuerto de EEUU, cuando intentaba pasar el control y fue detenido por los agentes de seguridad, que confundieron su abultada entrepierna con un arma de destrucción masiva. Falcon es actor –ha participado en series de televisión comoLos Soprano o Melrose Place y tuvo una pequeña aparición en la película Una mente maravillosa– y a pesar de recibir numerosas ofertas para entrar en la industria del porno siempre se ha negado en redondo. Ha pasado penurias económicas, ha estado en paro, ha tenido que volver a vivir con su madre y ahora se ha estrenado en el mundo de la música de la mano del cantante Adam Barta con un tema titulado It’s too big (Es demasiado grande), que cuenta ya con más de 100.000 visitas en la red.
Fuente: www.elpais.es
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