Los siguientes días al descubrimiento de mi cuerpo fueron más extraños si
cabe, incluso más que los días cercanos a mi muerte. Supongo que de un modo u
otro ahora si que verdaderamente todo había cambiado. Encontrar el cuerpo
digamos que oficialmente significaba que existía un problema, un problemón
vaya.
Hasta cabía la posibilidad de que todo fuese un mal entendido, una
confusión, una situación absurda que acabaría teniendo una explicación lógica,
pero al encontrar mi cadáver todo ese mundo de esperanzas y fantasías se había
roto. Ya nada volvería a ser igual, mi asesinato había rajado ya del todo el
fino tapiz de esperanzas de aquellas pobres y desesperadas mujeres.
El día más destacable a continuación del descubrimiento de mi muerte fue la
mañana en que el inspector Coronado se presentó en el bloque para hacer
preguntas. Era un hombre lo que se dice hombre, de aspecto descuidado pero
estudiado, tosco y rudo como debía serlo un policía de los de antes, pelo negro
color azabache, ojos castaños profundos como la noche y tez oscura casi oliva,
un autentico latin lover.
En cuanto lo vi me enamoré de él, debo reconocerlo. Pero que iba hacer yo en
mi estado más que mirar, comerme los mocos porque otra cosa no venía al caso.
La verdad es que aquel instinto sexual ultratumba me sorprendió sobre manera,
después de todo era cierto eso de que hay vida después de la muerte, incluso
por debajo de la cintura añadiría yo. Aquel hombre me encendía el horno como no
lo había hecho nadie antes, incluso muerta, que hay que reconocer que tiene muchísimo
merito.
Como era de preveer la visita de un policía a nuestro bloque no fue bien
recibida por los vecinos, por allí la pasma no era muy querida, siempre que
aparecían era para causar problemas. Pero en aquella ocasión, no, aquella vez
habían venido para esclarecer las circunstancias de mi asesinato y me parecía
una falta de respeto aquella poca colaboración.
La primera puerta a la que llamó aquel pedazo de hombre fue a la de mi
amiga Gabri. Por razones evidentes, ya sabéis, el tema de sus papeles y sus
devaneos en el mundo de la prostitución, no abrió. Se limitó a esconderse
rezándole a su estampita de la virgen de Guadalupe para que la protegiese, para
que no permitiese que la devolviesen a su país.
Aparentemente mal humorado desistió y se encaminó hacia el piso de Bib, era
obvio que alguien le había indicado quienes eran mis amigas sino ese atino a la
hora de escoger pisos me parecía sospechoso. Cuando estuvo frente a su puerta
golpeo tres veces y esta se abrió, Bib decidió escuchar lo que aquel agente
tenía que decir sobre mi asesinato:
-
Buenos días…
-dijo el agente Coronado observando la exquisita clase extrarradial de mi amiga
que llevaba puesto un salto de cama negro la mar de seductor.
-
Vaya, pensé
que sería otra persona, que vergüenza –digo tapándose con el batín, ambas
sabíamos que lo había hecho expresamente, sobretodo porque minutos antes había
fichado al policía desde su ventana.
-
Descuide, no
le robaré mucho tiempo.
-
¿Quiere
pasar? –preguntó sin desistir en aquel evidente coqueteo.
-
Si, claro.
Imagino que sabrá para que he venido.
-
Lamentablemente,
si.
-
Pues entonces
será mejor que no ande con rodeos…
-
¿Quiere una
cerveza o un café o algo que yo tenga y usted quiera poseer? –de las cuatro Bib
era la mas culta. Eso era debido a que leía muchas novelas guarras de esas de
hombres musculosos en las portadas y doncellas con la ropa hecha gironés que
compraba a un euro en el Carrefour. Toda aquella literatura le había dado
muchísimo vocabulario fino que la hacía más distinguida si cabe- ¿No hace calor
aquí?
-
Yo estoy
bien. En fin, quería comentar unos cuantos detalles en referencia a la
desaparición de su amiga –sacó un bloc de notas y se preparó para desenfundar-
¿Porqué no denunciaron su desaparición si realmente creían que le había pasado
algo?
-
Pues verás.
¿Te puedo llamar de tu?
-
Si, claro.
Sin problema, prosiga.
-
Pero solo si
tu me llamas Bib, no me gusta eso de usted hace a la gente muy estirada ¿no
crees?
-
Puede.
¿Cuándo fue la última vez que viste a Maria Alicia?
-
Pues antes de
que se marchase al pueblo, no sé, unos cinco meses y pico.
-
¿Al pueblo?
–preguntó tomando notas.
-
Si, ella
tenía familia en la alpujarra. Cuando vimos que no estaba creímos que se había
marchado al pueblo sin avisar.
-
¿Lo había
hecho alguna vez?
-
La verdad es
que no.
-
¿Entonces
porque te pareció normal?
-
Cálmate
moreno –dijo Bib reposando sobre la butaca, cualquiera diría que planeaba
copiar el momento interrogatorio de la película instinto básico. Sacó del
bolsillo de la bata un paquete de tabaco y se encendió un cigarrillo de manera
sensual.
-
¿Dice que
aquí no se puede fumar agente? –susurró descruzando las piernas.
-
Yo no he
dicho nada… -contestó Coronado muy desconcertado- ¿Podrías contestar mi
pregunta?
-
Me importa un
bledo que esto sea un edificio publico –añadió prosiguiendo el guión de Sharon
Stone.
-
Mire señora,
será mejor que me marche, pero piense que yo estoy de su parte. Yo quiero
averiguar que le pasó a su amiga y todo lo que me pueda ayudar usted y sus
otras tres amigas irá a favor de la pobre María Alicia. ¿Me entiende?
-
Cariño, no me
llames de usted, me haces sentir como si fuese mi madre –contestó poniéndose en
pie y acercándose al policía.
Cuando alargó la mano y suavemente la posó sobre el paquete de Coronado me
tapé los ojos, no estaba en mis planes ver como mi amiga le hacía una mamada a
ese policia buenorro, pero sucedió algo imprevisible. El agente le retiró la
mano con delicadeza y le dijo:
-
En serio Bib,
realmente quiero averiguar quien mató a tu amiga y no creo que sea buena idea
continuar por este camino –metió la mano en su bolsillo y sacó una bolsa de
plástico en la que estaba envuelto el anónimo que me hicieron llegar la mañana
de mi muerte- ¿Sabías de la existencia de esto?
-
Claro que si.
Los hay de diferentes capas, colores o aromas… -contestó mosqueada porque acababa
de ser rechazada por un hombre, cosa que no le sucedía a menudo.
-
Mira por el
otro lado, por favor.
-
¡Cielo santo!
–exclamó profundamente asustada.
-
¿Ahora vas a
colaborar?
-
En todo lo
que necesites…
Se hizo un silencio y Bib se llevó la mano a la boca, como si le hubiese
venido una arcada. De repente se sintió muy mal por como se había comportado,
de pronto se había dado cuenta de que era una estúpida, de que yo estaba muerta
y que mi asesino andaba suelto. Súbitamente calló en la cuenta sobre algo que
hizo que su sangre helase de golpe: “Mi
muerte no había sido ningún asesinato fruto de estar en el sitio equivocado en
el momento erróneo, no, mi asesinato había sido algo planificado. Mi asesino
era alguien que realmente me odiaba, alguien que pretendía hacerme pagar por
algo que yo había hecho. De golpe había entendido que quizás la venganza no
acababa en mí.”
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