El taxi llega
con milagrosa puntualidad a la puerta de Le Cirque. Bajo apresurada y observo
la fachada del restaurante, es realmente opulenta, me siento un poco abrumada
antes de entrar.
Entro con
cautela del mismo modo que lo haría una gacela en un prado de la sabana
africana. Midiendo cada uno de mis movimientos, observando todo a mí alrededor
intentando ubicarme y a la vez serenarme. Estoy en Le Cirque, voy a entrevistar
a una famosa novelista y en lo único que puedo pensar es en mi desafortunado
encuentro con Billy.
Oteo la sala
en busca de Marion y justo cuando estoy apunto de preguntar al maître veo como
una mujer al fondo del salón reclama mi atención moviendo suavemente su mano
izquierda. Camino con decisión hacía ella. Mientras me aproximo hago una rápida
evaluación: Mujer de mediana edad (quizás 50 años), estilo clásico vistiendo,
enjoyada hasta las cejas y estucada de maquillaje de arriba a bajo…
- ¡Joven! – me inquiere mientras me
voy aproximando.
- Buenos días… -observo su
perplejidad mientras me siento en la mesa- Es realmente un placer para mi
conocerla.
- Para mi también querida,
pero…-confiesa incomoda. ¿Por qué se habrá puesto tan tensa?
- Siento la tardanza, pero ya sabe…
es prácticamente imposible atravesar esta ciudad en hora punta –explico dejando
la mesa mi bloc de notas.
- ¿Pero a donde han ido a buscar el
sirope de morango que he pedido para mis tortitas? –pregunta la mujer muy
sorprendida.
- ¿Hace mucho que lo espera?
–pregunto siguiéndole la corriente. “Cosas de los ricos” pienso mientras
desenfundo mi pluma Montblanc.
- Si, la verdad es que si. ¿Usted,
no? –me pregunta señalando las tortitas.
- No, muchas gracias, pero ya he
tomado una muffin. En todo caso un zumo fresquito.
- Pero…-la cara de la mujer comienza
a cambiar poco a poco- ¿Qué hay de lo mío? –que mujer más impaciente ¡Dios mío!
Creo que no me llevare bien con ella.
- Vamos a ello…-digo en voz baja
intentando decidir por donde quiero empezar la entrevista- ¿Cómo nace la idea?
Es decir…
- ¡¿Qué?! –Pregunta escandalizada-
¿Me está tomando el pelo?
- En absoluto… solo es que yo… creo
que sería interesante saber porque se decidió a tomar un camino u otro a la
hora de…
- Pues porque me ha dado la gana
–dice enrojeciendo- ¿Cree que estoy gorda, verdad?, ¿Se trata de eso? - ¿De que
está hablando?, esta mujer esta loca.
- No, no… para nada, está estupenda.
- ¡Pues he pedido tortitas con
sirope de morango porque me ha dado la gana! –Dice gritando y tirando de su
collar de perlas- ¡Porque he querido!, ¡Porque me apetece!
- ¡Está bien!, Tranquilícese… ¡Por
favor no se altere! – creo que le va a dar un informe infarto a la mamarracha
esta.
- ¡Quiero poner una reclamación!
–comienza a gritar: ¡Que mujer más excéntrica! Serán cosas de la fama-
¡Camarero! ¡Que venga el maître ahora mismo!
- Comienzo a estar realmente
asustada. ¿He de pasar toda una semana con esta histérica?
Ansiosa, da un sorbo extremamente sonoro al vaso de agua y comienza
a hiperventilar. A lo lejos veo como un caballero muy distinguido con el pelo
peinado hacía atrás con una cabellera exageradamente brillante debido a la
gomina que se acerca a nosotras. Unas cuantas mesas más allá una mujer de pelo
corto blanco observa muy entretenida nuestro espectáculo:
- Señoras, ¿Puedo ayudarlas en algo?
–pregunta el maître muy servil.
- ¡Esta empleada suya me ha
insultado! -grita la mujer señalándome.
- ¡¿Qué?! - ¿De que está hablando la
loca esta? Creo que me ha confundido con otra- Yo no soy ninguna empleada… soy
Daphne McGraw, de la revista “In Style”
- ¡Una cámara oculta! –Grita de
nuevo- ¿Seré la nueva ballena de la semana, verdad? –se pone en pie, coge con
violencia el plato de tortitas y como si de un frisbee se tratase me lo lanza.
Con gran agilidad lo esquivo y también me pongo en pie- ¡Quiere robarme una
foto engullendo para su revista!
- ¡No, no! –Exclamo separándome de
la mesa como si quemase- He venido a hacer una entrevista…
- ¡Mentira!, Se ha sentado en la
mesa intentando sonsacarme. Quería pillarme in fraganti –grita mientras se
dirige a la salida corriendo- ¡Quería convertirme en la gorda del mes!
La situación es un tanto incomoda, noto como me
estoy poniendo roja, miro tímidamente al maître que me está lanzando una mirada
homicida y le digo amablemente:
- ¿Una reserva a nombre de la
señorita Marion Klein?
De pronto la mujer del pelo blanco que observa
animadamente nuestra discusión alza el brazo y me sonríe amablemente. Recojo
rápidamente mis cosas y voy hacia ella:
- ¿La señorita Klein? –pregunto para
asegurarme completamente.
- Llámame Marion, por favor – me
dice extendiendo la mano.
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