La noche ha caído ya sobre la
ciudad casi sin haberme dado cuenta. Ahora estoy frente al Flatiron sopesando
los pros y contras de hacer lo que estoy a punto de hacer. Mientras estaba en
el taxi me sentía convencida y segura de mi misma, pero ahora no, la majestuosidad
edificio me hace sentir pequeña.
De repente un extraño temor se ha apodera de
mí y durante un instante desisto. Pero no lo hago, continuo allí, de pie frente
a mi oficina. Reflexionando un poco más.
Bien pensado, no entiendo porque
le doy tanto crédito a lo que me ha dicho Marión, al fin de cuentas solo la
conozco desde hace unas horas. Aun así no logro callar su voz en mi cabeza:
“Hazlo, te sentirás como nueva. Será como arrancar una tirita, puede que te
duela, pero una vez lo hayas hecho serás libre.”
Respiro profundamente, entro en
el edificio y me voy al índice de empresas para buscar el piso en el que
probablemente trabaje Billy, espero encontrarle aún en la oficina.
Piso 20: Hamilton & Mackenzie Business
Finance.
Entro en el ascensor. Marco el
piso 20. Voy sola, a estas horas de la noche no suele haber demasiada gente por
aquí. El hilo musical del ascensor me parece atronador. Serán mis nervios o que
voy sola, pero me parece que está tremendamente alto.
Ya voy por el piso 15 y comienzo
a repasar rápidamente lo que le diré a Billy. Quiero ser rápida y contundente.
Realmente no espero quedar satisfecha con la explicación ya que no tiene excusa
alguna, pero me gustaría no dejarme llevar por el resentimiento y dejar que se
explique por completo. Haré un ejercicio de auto-contención, respiraré hondo y
no abriré la boca hasta que acabe con independencia de lo que me diga.
Soy una mujer adulta,
suficientemente madura como para estar por encima de según qué. Porque de
repente haya regresado de manera fortuita a mi vida no me comenzaré a comportar
como si fuese una quinceañera enamorada. ¡Crin!, Suena la campanilla del
ascensor y salgo como despedida.
Voy caminando por el pasillo
hasta llegar a la puerta de Hamilton & Mackenzie Business Finance. La
puerta de entrada está abierta, entro con sigilo traspasando la recepción y
oigo a lo lejos la voz de Billy. Está hablando con una mujer:
- ¡No cederé a tus chantajes!
–escucho que grita.
- Sino me das lo que es mío te
arrepentirás –replica la mujer enfurecida.
- ¡Búscate la vida de una vez por
todas! –Billy está realmente alterado, quizás no sea el momento más adecuado
para hablar sobre lo nuestro- Primero viviste de tu padre, luego de mi… ¡Pobre
del próximo al que le chupes la sangre!, ¡Eres como una garrapata!
- Mide tus palabras o…
- ¿Qué? –Pregunta con sequedad-
¿Qué me vas a hacer?
- Vigila tus espaldas… -añade
rápidamente esa gélida mujer previo al cuelgue seco de la llamada.
Lo que acabo de escuchar me ha
dejado la sangre helada. Me parece increíble que Billy haya acabado con una
mujer que lo trata con tan poco respeto. Al margen de lo que nos sucedió a
nosotros Billy era una muy buena persona. ¿Puede haber cambiado tanto en estos
años?
Decido post poner el asunto unos
cuantos días y darle una pequeña tregua. Cuando me estoy retirando me doy
cuenta de que alguien ha entrado en el despacho. Puedo ver su silueta a través
del cristal opaco que separa el despacho de Billy del pasillo. Despreocupada me
giro de nuevo y camino hacia el ascensor. La voz del hombre que ha entrado en
el despacho es muy grave y escucho con total claridad:
-Deberías vigilar con quien haces
negocios… -la frase llama mi atención y observo desde el quicio de la puerta-
…esta vez te va a salir caro.
Creo que me he quedado pegada al
suelo, todos mis músculos se han quedado rígidos, soy incapaz de moverme. Noto
como un tembleque nace en los dedos de mis pies y poco a poco va subiendo hasta
llegar a mis rodillas. Entonces noto como me balanceo e intento recobrar la
calma.
- ¡He sido testigo de un
asesinato!
Tras el amenazante mensaje de
aquel misterioso individuo veo como levanta la mano derecha empuñando un arma y
a sangre fría dispara a Billy. El disparo suena amortiguado, muy por debajo de
lo que yo imaginaba que sería un disparo, acto seguido el individuo se echa a
reír y dice:
- ¡Por un trabajo bien hecho!
La frase hace que me estremezca.
Todo mi sistema nervioso se pone en marcha y salgo corriendo. Mientras recorro
el pasillo hasta llegar al ascensor noto como si alguien me observase, pero me
resisto a girarme. Presiono el botón con fuerza rezando para que las puertas se
abran con rapidez. Y cuando al fin entro en este me dejo caer y me echo a
llorar. ¡He perdido a Billy para siempre!
Estoy sintiendo exactamente la
misma sensación de desamparo que experimenté cuando la señora Tingle me dijo
que mi padre había muerto. Me sentí abatida y abandonada. ¿Dónde estaba Billy?,
¿por qué no estaba conmigo en ese momento?, ¿por qué no dio señales de vida en
los días posteriores?
De repente me doy cuenta de que
esas preguntas quedarán para siempre sin respuesta y un punzante sentimiento de
pena me embarga por completo. De un modo que no esperaba finalmente pasaré
página.
Continuará...
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