martes, 27 de marzo de 2012

Disparatado Asesinato en el Upper East Side - Capitulo 4


Son las 10.00 y parece que me vaya a una discoteca. He pasado por vestuario y Marlene me ha transformado de pies a cabeza. La verdad es que voy bastante mona.
Sino fuese porque me muero de aburrimiento cuando tengo que ir a comprar ropa siempre iría perfectamente conjuntada. Debo confesar que el resultado final me encanta.
De pies a cabeza llevo puesto: Unas zapatillas converse color rosa chicle, un jean lavado a la piedra de Topshop, camiseta calabaza pálida con la torre Eiffel estampada en negro de 80´s Purple, un trench de Burberry color crema, un fular color grosella de Monsoon Accesorize y para finalizar un bolso marrón Miu Miu.
Paso frente a Ashley de camino al ascensor y con una amplia sonrisa gesticulando me dice que le gusta mi look. Sin saber porqué me ruborizo, se me suben los colores al sentir que todo el mundo me mira. Es una sensación extraña, me siento ajena a este atuendo, es como si me hubiese desprendido de mi coraza y fuese vulnerable a los ojos de los demás.
Suena la campanilla del ascensor, inspiro profundamente y entro. Será una mañana diferente. Lo sé. En si ya es gran noticia que me paguen por andar por ahí. Esta semana estaré poco en la oficina y eso siempre es bueno.
Entro en el ascensor y como siempre voy pensando en mil y una cosas. En ese mismo momento en el que estoy presionando el botón de la planta baja recuerdo que he quedado con Ashley a las ocho y me pregunto si para entonces la famosísima novelista de literatura para mujeres me habrá dejado marchar. ¿Que tal será?, ¿Será accesible o una snob creída?, ¿Que le pareceré yo?
Espero que no me pregunte si he leído alguno de sus libros porque la verdad es que ni por asomo se me ocurriría desperdiciar mi tiempo con literatura de esa. Siempre me han parecido libros para mujeres que están colgadas de la parra. Es decir, cualquiera que tuviese cuatro dedos de frente  se daría cuenta de que son novelas única y exclusivamente dirigidas a rellenar vacíos emocionales de una panda de desesperadas que andas perdidas buscando a su príncipe azul.
¿Para que narices necesito yo ese tipo de libros?, tengo más que asumido que mi príncipe, si es que hay uno por ahí para mi, está verde de lo podrido que debe estar el pobre de esperar a que lo encuentre. Probablemente el día que me tope con él, antes de darle ese tan famoso beso de amor con los ojos cerrados, lo envíe a que le hagan una autopsia. Como siempre mis pensamientos nada productivos se interrumpen súbitamente por la melodía de mi móvil:
- Mcgraw al habla -contesto haciendo broma ya que he visto en la pantalla que es mi amigo Josh- La reportera dicharachera al aparato, ¿En que puedo ayudarle?
- ¿Cual es tu talla de sujetadores? -me pregunta prácticamente del tirón.
- ¿La 95? -confieso sin estar segura- ¿Porque, si puede saberse?
- Estoy chateando con un hombre -puedo escuchar el sonido de la teclas del ordenador.
- ¿Algún noviete nuevo? -pregunto echándome a reír.
- Que va... -hay una pausa de unos 5 segundos- ¡Estoy chateando con el hombre de tu vida!
- ¡¿Qué?! - ¿Está loco o que le pasa? Creo que me estoy mareando- ¿Que estas haciendo qué?
- Eso, estoy echándote una manita -explica como si tal cosa.
- ¿Tu y yo no habíamos hablado ya de esto?
- Debió ser antes del golpe... - ¿De que narices me está hablando? Josh es un cielo, pero he de confesar que a veces me saca de mis casillas.
- ¿Que golpe?
- El que me he dado al salir de la ducha esta mañana... -de nuevo una pausa que se me hace eterna- Quizás vaya a que me den unos puntos... -creo que me está tomando el pelo- Pero primero te programaré una cita con tu amor.
- No se te vaya a ocurrir...
De repente el sonido del ascensor me devuelve a la realidad y veo como a cámara lenta se abren las puertas. Es como si una especie de sexto sentido me estuviese avisando de que algo terrible me va ha pasar.
- Josh... hablo... -creo que estoy sufriendo un colapso.
Fijo la mirada en la gente que está entrando y ahí está. ¿Es él?, no puede serlo. La gente del ascensor comienza a apretujarse y casi sin poder evitarlo me doy de bruces con él. Al final será cierto lo que decía mi horóscopo, literalmente el pasado ha llamado a mi puerta.
-Josh, tengo que dejarte -digo como puedo y cuelgo.
- ¿Daphne? -pregunta ese rostro de mi pasado como resucitado de lo más profundo de mis recuerdos.
Durante unos instantes me quedo en blanco. Demasiadas sensaciones aunadas en un solo instante. Primero miedo, luego rabia, un poco de resentimiento ligeramente sacudido con una extraña vergüenza y por último la guinda, el recuerdo del primer amor con unas gotitas del primer y único desengaño. Y así es como de repente sin comerlo ni beberlo frente a mí está el cocktail del amor del que jure no beber nunca más.
- Hola Billy.

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