Son
las 10.00 y parece que me vaya a una discoteca. He pasado por vestuario y
Marlene me ha transformado de pies a cabeza. La verdad es que voy bastante
mona.
Sino
fuese porque me muero de aburrimiento cuando tengo que ir a comprar ropa
siempre iría perfectamente conjuntada. Debo
confesar que el resultado final me encanta.
De
pies a cabeza llevo puesto: Unas zapatillas converse color rosa chicle, un jean
lavado a la piedra de Topshop, camiseta calabaza pálida
con la torre Eiffel estampada en negro de 80´s Purple, un trench de Burberry color
crema, un fular color grosella de Monsoon Accesorize y para finalizar un bolso
marrón Miu Miu.
Paso
frente a Ashley de camino al ascensor y con una amplia sonrisa gesticulando me
dice que le gusta mi look. Sin saber porqué me ruborizo, se me suben los colores
al sentir que todo el mundo me mira. Es una sensación
extraña, me siento ajena a este atuendo, es
como si me hubiese desprendido de mi coraza y fuese vulnerable a los ojos de
los demás.
Suena
la campanilla del ascensor, inspiro profundamente y entro. Será
una mañana diferente. Lo sé.
En si ya es gran noticia que me paguen por andar por ahí.
Esta semana estaré poco en la oficina y eso siempre es
bueno.
Entro
en el ascensor y como siempre voy pensando en mil y una cosas. En ese mismo
momento en el que estoy presionando el botón de la planta baja recuerdo que he
quedado con Ashley a las ocho y me pregunto si para entonces la famosísima
novelista de literatura para mujeres me habrá dejado marchar. ¿Que
tal será?, ¿Será accesible o una snob creída?,
¿Que
le pareceré yo?
Espero
que no me pregunte si he leído alguno de sus libros porque la
verdad es que ni por asomo se me ocurriría desperdiciar mi tiempo con literatura
de esa. Siempre me han parecido libros para mujeres que están
colgadas de la parra. Es decir, cualquiera que tuviese cuatro dedos de frente
se daría cuenta de que son novelas única
y exclusivamente dirigidas a rellenar vacíos emocionales de una panda de
desesperadas que andas perdidas buscando a su príncipe azul.
¿Para que narices necesito yo ese tipo
de libros?, tengo más que asumido que mi príncipe,
si es que hay uno por ahí para mi, está
verde de lo podrido que debe estar el pobre de esperar a que lo encuentre.
Probablemente el día que me tope con él,
antes de darle ese tan famoso beso de amor con los ojos cerrados, lo envíe
a que le hagan una autopsia. Como siempre mis pensamientos nada productivos se
interrumpen súbitamente por la melodía
de mi móvil:
-
Mcgraw al habla -contesto haciendo broma ya que he visto en la pantalla que es
mi amigo Josh- La reportera dicharachera al aparato, ¿En
que puedo ayudarle?
-
¿Cual
es tu talla de sujetadores? -me pregunta prácticamente del tirón.
-
¿La
95? -confieso sin estar segura- ¿Porque, si puede saberse?
-
Estoy chateando con un hombre -puedo escuchar el sonido de la teclas del
ordenador.
-
¿Algún
noviete nuevo? -pregunto echándome a reír.
-
Que va... -hay una pausa de unos 5 segundos- ¡Estoy chateando con el hombre de tu
vida!
-
¡¿Qué?!
- ¿Está loco o que le pasa? Creo que me estoy
mareando- ¿Que estas haciendo qué?
-
Eso, estoy echándote una manita -explica como si tal
cosa.
-
¿Tu
y yo no habíamos hablado ya de esto?
-
Debió ser antes del golpe... - ¿De
que narices me está hablando? Josh es un cielo, pero he de
confesar que a veces me saca de mis casillas.
-
¿Que
golpe?
-
El que me he dado al salir de la ducha esta mañana... -de nuevo una pausa que se me
hace eterna- Quizás vaya a que me den unos puntos...
-creo que me está tomando el pelo- Pero primero te
programaré una cita con tu amor.
-
No se te vaya a ocurrir...
De
repente el sonido del ascensor me devuelve a la realidad y veo como a cámara
lenta se abren las puertas. Es como si una especie de sexto sentido me
estuviese avisando de que algo terrible me va ha pasar.
-
Josh... hablo... -creo que estoy sufriendo un colapso.
Fijo
la mirada en la gente que está entrando y ahí
está. ¿Es él?, no puede serlo. La gente del
ascensor comienza a apretujarse y casi sin poder evitarlo me doy de bruces con él.
Al final será cierto lo que decía
mi horóscopo, literalmente el pasado ha
llamado a mi puerta.
-Josh,
tengo que dejarte -digo como puedo y cuelgo.
-
¿Daphne?
-pregunta ese rostro de mi pasado como resucitado de lo más
profundo de mis recuerdos.
Durante
unos instantes me quedo en blanco. Demasiadas sensaciones aunadas en un solo
instante. Primero miedo, luego rabia, un poco de resentimiento ligeramente
sacudido con una extraña vergüenza y por último
la guinda, el recuerdo del primer amor con unas gotitas del primer y único
desengaño. Y así es como de repente sin comerlo ni beberlo
frente a mí está el cocktail del amor del que jure no
beber nunca más.
-
Hola Billy.
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