Gracias a una carrerita he logrado llegar al Flatiron Building con puntualidad. Reconozco que el improvisado ejercicio matutino me ha sentado bien. Ahora me siento mucho más positiva, al menos he logrado disipar la nube de mal humor que se había posado sobre mi cabeza. En este momento estoy como siempre, simplemente asqueada de ver nacer otro lunes.
Mientras voy hacia al ascensor repaso lo poco que he hecho durante el fin de semana: He visto la tele, he visto la tele y… ¡Vi más la tele! Definitivamente, estoy acabada. Bueno… También peiné a Rochel, mi gatita. ¿Pero que hago sino? Los pocos amigos que tenía se han casado y tienen hijos, ellos juegan en una liga distinta a la mía. Ahora solo quedan con los otros papas; van a fiestas infantiles, a parques de atracciones, al circo, al cine, a barbacoas… A todo tipo de lugares salvo a aquellos en los que puedan coincidir con un amigo soltero.
Cuando se llega a cierta edad la gente empieza a procrear y a jugar a las casitas y es entonces cuando la gente como yo sobra. Simplemente no encajamos, no quedamos bien en la foto. Es como si “nosotros” padeciésemos de algún tipo de enfermedad infecciosa capaz de hacer añicos sus vidas de ensueño. En ocasiones me siento como si fuese la niñera psicópata de “La mano que mece la cuna”
Pero que le vamos ha hacer me he quedado compuesta y sin novio. No es algo que buscase, pero así ha sido. Parece horrible, pero en realidad no lo es, tiene ciertas ventajas: No tienes que pelear con nadie para controlar el mando a distancia, a la hora de planificar las vacaciones nadie te condiciona, no hay que negociar el alquiler de una película u otra… ¿Y que me decís de la tapa del wc levantada?; ¡Vale! Esa es un tópico y realmente yo no la he experimentado nunca, pero conozco gente que sí, y estoy segura de que me molestaría.
De repente, suena la campanilla del ascensor y se abren las puertas. En modo automático dejo que esa bestia de metal me engulla. Dentro hace calor, algo asfixiante, súbitamente y sin aviso alguno, una bofetada de olor humano me devuelve a la realidad, ¿Porque la gente se aseará tan poco?, me pregunto intentando sobreponerme.
Trato de ser un poco comprensiva y pienso que quizás el que sea, se ha quedado sin agua en casa o le ha sucedido algo urgente y por ello no ha podido asearse un poco. Pero… ¿Yo lo haría? Definitivamente, no. Lo reconozco, soy una neurótica en cuanto al tema de la higiene personal. Me perturba tremendamente sentirme sucia y soy capaz de hacer lo que sea a cambio de darme una ducha. También debo confesar que soy adicta a los tratamientos de relax, pero no penséis mal, me refiere a servicios Wellness.
Por ello siempre que puedo, y mi cartera lo permite, me doy un lujo en alguno de esos spas que ahora son tan populares. Dejo que me rebocen con chocolate, manzana, uva, sales, algas… En resumen, me dejo hacer de todo. Cada semana hay una nueva tontería que probar y como es mi único vicio no escatimo ni un céntimo.
Aunque no me guste reconocerlo, soy un poco pija, pero no de esas rubias tópicamente subnormales chamuscadas al uva o estiradas a causa del botox. Soy una mujer de mediana edad, soltera y sin grandes responsabilidades. Trabajo en una revista de moda en el bajo Manhattan y cobro razonablemente bien. Es lógico que despilfarre el dinero en mi misma. Sino fuese así que haría con él. ¿Ponerlo en un plan de pensiones? ¿Y si mañana me asesinan? No olvidemos que vivo en Nueva York, hoy estas aquí y mañana puedes amanecer descuartizada en un vertedero. Por ello es lógico que me lo gaste en vida.
Disimuladamente, miro mi reloj y me escandaliza lo que está tardando en subir el ascensor. Es como si toda esta gente que entra y sale supiese que voy con los minutos contados. ¿Son figurantes en la telenovela que tengo por vida? No lo creo, si mi vida fuese un serial tendría muchísimo menos presupuesto. Dudo que tuviese audiencia. ¿A quien le interesaría la vida de una documentalista solterona que tiene por mascota un gato? Dejad que responda yo; A nadie.
¡Aleluya! Al fin hemos llegado a la planta 38; Al salir del ascensor una brisa fresca me envuelve y miles de suaves caricias con olor a lavanda me acompañan hasta el mostrador donde está Ashley, la recepcionista de “In style” y mi compañera de guerra en la oficina.
Ashley es una buena chica, tan buena que siempre se mete en líos por culpa de su exagerada inocencia. Digamos que yo a su lado soy una de las brujas de Eastwick. Y eso que mi malicia no va más allá de cambiarle la sacarina por azúcar cuando le sirvo el café a Ditta, la bruja de mi jefa. Cree a pies juntillas que he descubierto una marca de sacarina que sabe completamente a azúcar.
Cambiando de tercio; ¿Os habéis dado cuenta de lo machista que es todo? ¿Porqué las brujas más famosas del cine y de la historia siempre han sido, son y serán mujeres? ¿Acaso sois capaces de decirme algún brujo famoso?
Las mujeres lo tenemos todo el doble de difícil. Por el simple hecho de ser mujeres se nos cierran de entrada muchas puertas y nos hemos de esforzar más que un hombre para conseguir abrirlas, además, hemos de competir por todo y con todos, incluso entre nosotras mismas. ¿Qué pasa, que no teníamos suficiente con tener la regla cada mes?
Aunque siempre he encontrado absurdo que compitamos entre nosotras, es un hecho que lo hacemos. Creo que no se puede evitar, está en nuestra naturaleza. Sé que el mundo sería de las mujeres si aparcásemos las envidias y las malas artes y cooperásemos, pero eso es ciencia ficción. El mundo está repleto de malas pécoras. En las oficinas como mínimo siempre hay una, aunque en la mía hay decenas, por ello siempre hay tensión en el ambiente. Ser más mujeres que hombres contribuye a que eso sea así, pero lo que lo hace peor es que a mi jefa le encante enfrentar a unas con las otras. Dice que así fomenta una competitividad sana y que el trabajo sale mejor, pero yo pienso que solo lo hace porque disfruta viendo como se pelean.
La verdad es que yo no trabajo bien bajo presión. Por ello todos los lunes, durante reuniones como a la que estoy a punto de entrar, me limito a ver, oír y callar. ¿Creéis que mi postura es cobarde? Yo pienso que no; Es solo que yo no aspiro a ser famosa, simplemente quiero cobrar mi sueldo a final de mes y darme mis pequeños lujos.
Ahora que lo pienso… creo que esta tarde si salgo pronto, iré a una cabina de flotación a relajarme un rato. Como ya he dicho antes, mi fin de semana ha sido realmente aburrido. Me merezco una pequeña recompensa por ser tan asombrosamente sosa y no morir en el intento.
De repente, mientras me aproximo a la recepción, me doy cuenta de que la expresión de Ashley no es la de siempre. Que me aspen si me equivoco, pero juraría que ha llorado:
- ¿Qué pasa, preciosa? -le pregunto intentando arrancarle una sonrisa- ¿Cómo ha ido el fin de semana?
Se encoje de hombros y en su cara aparece una especie de puchero. Sin lugar a dudas, ha llorado:
- ¿Que te sucede?, Te noto decaída.
- ¿Recuerdas a Brian?
- ¿Quien?
- Mi novio.
- ¿Desde cuando tienes novio? -pregunto poniendo cara de póker, con Ashley nunca se sabe por donde pueden ir los tiros.
- Solo hacía 2 días que salíamos juntos y el muy...
- ¿Dos días? – la observo intentando no echarme a reír y me pregunto: ¿De que demonios está hablando? Seguro que me he perdido algo- ¿Donde lo conociste?
- En meetic. Quedamos para cenar el viernes y fue un flechazo. Es tan... –hace una pausa y da un suspiro- Bueno era tan...
- ¿Era? -espero que no me diga que ha muerto o algo así.
- Se ha tenido que marchar a Minsk urgentemente.
- ¡¡¡¿Qué?!!!
- Si, he tenido mala suerte. Su empresa lo ha destinado allí urgentemente, no ha podido decirme más - confiesa mirando a su alrededor. De repente se abalanza sobre el mostrador y susurra- Alto secreto de estado.
- Ahhh -continuo observándola con el rostro impasible y rápidamente entiendo que ese tal Brian no quiere volver a verla, no porque esté en Minsk sino porque no le gustó Ashley. En el fondo me alegro de que sea tan ingenua y decido seguirle la corriente- Que mala suerte la tuya… ¿Quieres que salgamos a tomar unos margaritas esta noche?
- Vale, eso seguro me quita las penas.
- ¿Aquí a las ocho? -pregunto inspirando profundamente y mentalizándome de que he de entrar en la guarida de las lobas con las hienas que tengo por compañeras.
- Aquí estaré -contesta recobrando su júbilo- ¡Animo guapísima, tú puedes con ellas!
Mientras camino hacia mi mesa, de repente noto un calambre en el bajo vientre e instantáneamente comienzo a notar mi zona intima excesivamente húmeda. ¿Será lo que creo? ¡Mierda! Hoy llevo pantalones blancos. De pronto, la desazón me posee por completo y empiezo a ponerme roja. Lo sé, lo puedo notar. ¿Se habrá dado cuenta alguien? ¿Me habré manchado?
¡Quien me mandaría a mí ponerme tanga!
Maldita mi suerte… primero lo del café, y ahora esto, como si fuese sobrada de tiempo. Rápidamente me meto en los baños deseando no cruzarme a nadie. ¡Bien! Están vacíos. Abro uno de los servicios individuales y me quito los pantalones ¡Maldita sea! Los he manchado un poco. ¿Y ahora que hago? Si me tapo la mancha con la chaqueta enroscada a la cintura dejaré a la vista la mancha de café y sino lo hago todas verán que me he manchado de regla. Ninguna de las dos opciones es aceptable, por lo menos ninguna lo es en “In Style”
Presa del pánico recuerdo que en uno de los cajones de mi mesa hay una faldita gris que dejé para emergencias como esta. ¿Pero como llego a ella sin que me vea nadie? De repente, se escucha la puerta del wc y entran Ariadne y Grace. Por suerte no saben que he llegado. A ellas no puedo pedirles que me echen una mano porque probablemente usarían mi desgracia para mofarse de mí el resto del día. Como ya os había dicho antes trabajo con lo mejor de lo mejor del mundo femenino. Llamaré a Ashley, por suerte tengo mi iPhone a mano.
- “In Style” ¿Dígame? -contesta Ashley de manera sugerente, siempre he creído que su voz por teléfono es mucho mejor de lo que en realidad es cuando la conoces en persona. No me entendáis mal. Ashley es una chica atractiva, pero creo que si se la conoce por teléfono uno se imagina algo diferente.
- Ash -susurro para que no me oigan- Necesito ayuda.
- Disculpe, pero esto es una revista. Pruebe con el teléfono de emergencias. Que pase un buen día -contesta muy educadamente y me cuelga.
- No me... -cuelgues, pienso mientras escucho los molestos pitidos riéndose de mi. Sin perder un segundo, marco de nuevo.
- “In Style” ¿Dígame? -contesta Ashley prácticamente igual que la otra vez.
- Ash, soy yo... -susurro con el tono de voz un poco más alto que la vez anterior.
- ¡Brian! -contesta eufórica- ¿Ya has llegado a Minsk?, Se te oye fatal... ¿Hola?
- Ashley, soy... -y sin darme tiempo a acabar la frase me interrumpe de nuevo.
- ¡Cariño! Llámame más tarde cuando tengas más cobertura. !!!!!!!Te quiero!!!!!!!!!!!!! - y por segunda vez me cuelga. ¿Está loca o que le pasa?, llamo por tercera vez.
- “In Style” ¿Dígame?
- ¡No me cuelgues! – al final acabo gritando y fuera las dos arpías bajan el tono de voz para intentar identificar quien soy.
- ¿Quién es? -pregunta Ashley con voz de tonta. ¡Si, de tonta! Siento decirlo, pero aunque sea mi amiga a veces es un tanto limitadita.
- ¡Soy Daphne, estoy en el baño! ¿Podrías venir? -fuera cuchichean.
- ¡Daphne! ¿Sabes qué? -pregunta sin esperar la respuesta- Me acaba de llamar Brian desde Minsk...
-Tengo una emergencia. Necesito que vayas a mi despacho y me traigas una cosa que hay en el primer cajón de mi mesa. Código Marea Roja -añado esperando que Ashley capte el carácter críptico de mi mensaje.
- ¡Dios mío! -exclama entendiendo mi mensaje- En seguidita estoy ahí. Parece que el tiempo se ha detenido. ¡Malditas pécoras! ¿No tendrán otra cosa que hacer que estar en el baño chismorreando? ¿Y si me han oído y están esperando a que Ash llegue con la falda para así poder reírse de mí? Me da igual, que sea lo que tenga que ser. Esperaré tranquilamente mirando mi horóscopo por internet.
¡Cielo santo! Mi horóscopo dice que hoy me sucederá un bochornoso imprevisto. ¿Se referirá a esto? Continuaré leyendo: “... cuando la influencia de saturno se cruce con la órbita de Marte tu vida dará un giro de 180º, tu pasado llamará a la puerta. Será decisión tuya dejarlo entrar.”
- Dejarlo entrar... -repito en voz alta. De repente, Ash golpea la puerta con énfasis.
- ¡Toma cariño! -dice dulcemente pasando por debajo de la puerta un paquete de clínex y una barrita de toblerone- No tienes que preocuparte de nada, yo estoy aquí para lo que necesites... -dice dramáticamente- Estar sola no es tan malo, por lo menos tienes a tu gata...
¿Pero que está diciendo? Abriré la puerta antes de que me arruine más la vida. Estupendo, ahora seré para el resto de la oficina la loca y depresiva solterona de la gata. Buen trabajo Ashley, pienso mientras entreabro la puerta de la letrina.
- Necesito que me traigas una falda que hay en el primer cajón de mi mesa -le digo al oído mientras las otras no nos quitan ojo- ¡Me ha venido la regla y he manchado!
- Ahhhhhh, era eso... entendí que te había entrado un berrinche. Por lo de la marea. Ya sabes, llorar, llorar a mares, mareas... y claro... A mí lo que más me anima es el toblerone.
- ¡marea roja! -gritó sin poder evitarlo- ¡marea roja!
- Nunca he sido buena para los crucigramas, imagínate para los mensajes en clave -dice haciendo una pausa- ¿En el primer cajón, verdad?
- Si, gracias -digo fingiendo gratitud. Noto como el color rojo sube lentamente por toda mi cara.
Cierro la puerta del excusado y lucho contra las ganas de golpear mi cabeza contra la taza del wc, una conmoción cerebral sería perfecta para librarme de la reunión, al menos así no tendría que pasar por el bochorno de aparecer ante las arpías de mis compañeras. Seguro que no tardaran nada en explicarles a las otras este desafortunado incidente. ¿Qué más me depara el día de hoy?
De pronto dirijo la mirada una vez más a la pantalla de mi teléfono y un escalofrío recorre mi espalda:
“… tu pasado llamará a la puerta; Será decisión tuya dejarlo entrar.”
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTw2 no sé porque se ha eliminado tu comentario... :( En todo caso muchas gracias! Todo lo que se explica en la novela son situaciones vividas por mujeres de mi entorno. He hecho mucho trabajo de campo y he escuchado muchas, muchas experiencias de amigas y conocidas... Espero que el público femenino logre verse retratado! Saludos!
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