Llegada
cierta edad parece que una no puede estar soltera; es como si a los treinta una
caducase y se convirtiese en producto de segunda. Sin oportunidad a escoger,
con una única y clara consigna: “ENCONTRAR AL HOMBRE IDEAL”
Imaginaos
mi situación: Soltera y entera, al borde de los 30+1, hija de una madre
neurótica e hipocondríaca, amada amiga y perpetua canguro, ferviente defensora
de los animales, voraz lectora de novelas románticas y… ¡Bueno, vale! Lo
confieso, me gusta la saga Crepúsculo. ¿Eso me convierte en mala gente? Triste
sería ser una Biliver, pero estar enamorada del vampiro más sexy de todos los
tiempos entra dentro de unos parámetros normales.
En
fin, como ya debéis haber percibido a mi poco me importa estar soltera. Son más
bien mis amigos, y sobretodo mi madre, los que quieren a toda costa que
encuentre al príncipe azul, corrección, quieren que encuentro un “buen chico”. ¿Por
qué no lo dicen claramente? Quieren que salga con cualquiera; ni bueno, ni malo,
eso ya no tiene importancia.
A
mi edad las citas ya son con cualquiera. Y lo más gracioso de todo es que
parece ser que no tengo mucho derecho a opinar. Cuando una llega a mi edad ya
no se tiene ese derecho; con 30+1 ya no sé es inteligente e ingeniosa cuando
una pone peros a las cosas, a esa edad se pasa a ser una cínica; y si se llega
a los 40+1 en la misma situación, una ya no es cínica solamente, pasa a ser una
cínica amargada. ¿Fuerte, verdad?
Todo
esto os lo explico porque a mi madre se le ha metido en la cabeza que con mi
edad debo tener novio y me ha preparado una cita a ciegas. Sólo de pensarlo me
dan ganas de saltar por la ventana. La tragedia empezó así:
-
Hija,
me tienes muy preocupada…
-
Pues
no sé por que, mamá.
-
¿Qué
por qué? ¿Está clarísimo, no? Tú hermana ya está casada y tiene dos hijos y tú…
-
Yo
tengo dos empleos.
-
¡No
te hagas la graciosa, esto es muy grave!
-
Lo
dices como si tuviese un cáncer o algo parecido.
-
No
bromees con algo así. ¡Tienes que encontrar un buen chico!
-
Mamá,
¿Crees que si fuese tan fácil no tendría ya uno?
-
Ahí
es donde quiero ir a parar… ¿Qué estás haciendo para encontrarlo?
-
Pues…
-
¡Pues,
nada! ¡No estás haciendo nada! Por eso voy a ayudarte.
-
¡¿Ayudarme?!
-
Sí,
te he concertado una cita de esas.
-
¿De
esas?
-
Sí,
sí… ahora no me sale el nombre.
-
¿A
ciegas?
-
Eso,
una cita de esas a ciegas. Eso mismo.
-
¿Y
se puede saber con qué derecho?
-
¡Yo
soy tú madre y punto! Este viernes saldrás con Salva, el hijo de mi amiga Maruja.
Es muy buen chico y también está soltero, es perfecto para ti.
-
¿Y
ese buen chico a que se dedica?
-
¡¿Ya
estás poniendo pegas?!
-
No,
es sólo que no iré a cenar con un desconocido.
-
¿No?
Bien, pues entonces Maruja y yo también iremos a la cena. Arreglado. Viernes a
las 22.00 en “Casa Pepe”. Y… ¡Arréglate!
Y
así es como la mujer que me trajo al mundo me metió en semejante embolado, así
es como de la manera más tonta me abocó a la cita más desastrosas de mi vida…
¿Queréis saber que fue lo que paso? Si tenéis curiosidad leed la próxima
entrada; y sobretodo, si alguno tiene una experiencia similar en estos asuntos.
Por favor, que lo comparta.
Besitos
my lovers,
C.Pérez
de Tudela.
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