domingo, 15 de julio de 2012

Aventuras y desventuras de alguien en busca del amor - CAPITULO 1 - Lucia


Llegada cierta edad parece que una no puede estar soltera; es como si a los treinta una caducase y se convirtiese en producto de segunda. Sin oportunidad a escoger, con una única y clara consigna: “ENCONTRAR AL HOMBRE IDEAL”

Imaginaos mi situación: Soltera y entera, al borde de los 30+1, hija de una madre neurótica e hipocondríaca, amada amiga y perpetua canguro, ferviente defensora de los animales, voraz lectora de novelas románticas y… ¡Bueno, vale! Lo confieso, me gusta la saga Crepúsculo. ¿Eso me convierte en mala gente? Triste sería ser una Biliver, pero estar enamorada del vampiro más sexy de todos los tiempos entra dentro de unos parámetros normales.

En fin, como ya debéis haber percibido a mi poco me importa estar soltera. Son más bien mis amigos, y sobretodo mi madre, los que quieren a toda costa que encuentre al príncipe azul, corrección, quieren que encuentro un “buen chico”. ¿Por qué no lo dicen claramente? Quieren que salga con cualquiera; ni bueno, ni malo, eso ya no tiene importancia.

A mi edad las citas ya son con cualquiera. Y lo más gracioso de todo es que parece ser que no tengo mucho derecho a opinar. Cuando una llega a mi edad ya no se tiene ese derecho; con 30+1 ya no sé es inteligente e ingeniosa cuando una pone peros a las cosas, a esa edad se pasa a ser una cínica; y si se llega a los 40+1 en la misma situación, una ya no es cínica solamente, pasa a ser una cínica amargada. ¿Fuerte, verdad?  

Todo esto os lo explico porque a mi madre se le ha metido en la cabeza que con mi edad debo tener novio y me ha preparado una cita a ciegas. Sólo de pensarlo me dan ganas de saltar por la ventana. La tragedia empezó así:

-         Hija, me tienes muy preocupada…
-         Pues no sé por que, mamá.
-         ¿Qué por qué? ¿Está clarísimo, no? Tú hermana ya está casada y tiene dos hijos y tú…
-         Yo tengo dos empleos.
-         ¡No te hagas la graciosa, esto es muy grave!
-         Lo dices como si tuviese un cáncer o algo parecido.
-         No bromees con algo así. ¡Tienes que encontrar un buen chico!
-         Mamá, ¿Crees que si fuese tan fácil no tendría ya uno?
-         Ahí es donde quiero ir a parar… ¿Qué estás haciendo para encontrarlo?
-         Pues…
-         ¡Pues, nada! ¡No estás haciendo nada! Por eso voy a ayudarte.
-         ¡¿Ayudarme?!
-         Sí, te he concertado una cita de esas.
-         ¿De esas?
-         Sí, sí… ahora no me sale el nombre.
-         ¿A ciegas?
-         Eso, una cita de esas a ciegas. Eso mismo.
-         ¿Y se puede saber con qué derecho?
-         ¡Yo soy tú madre y punto! Este viernes saldrás con Salva, el hijo de mi amiga Maruja. Es muy buen chico y también está soltero, es perfecto para ti.
-         ¿Y ese buen chico a que se dedica?
-         ¡¿Ya estás poniendo pegas?!
-         No, es sólo que no iré a cenar con un desconocido.
-         ¿No? Bien, pues entonces Maruja y yo también iremos a la cena. Arreglado. Viernes a las 22.00 en “Casa Pepe”. Y… ¡Arréglate!

Y así es como la mujer que me trajo al mundo me metió en semejante embolado, así es como de la manera más tonta me abocó a la cita más desastrosas de mi vida… ¿Queréis saber que fue lo que paso? Si tenéis curiosidad leed la próxima entrada; y sobretodo, si alguno tiene una experiencia similar en estos asuntos. Por favor, que lo comparta.

Besitos my lovers,

C.Pérez de Tudela.

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