CAPITULO
SIETE – EL RETORNO DE LA BRUJA
Simia Lisa, era una
copia china, de la famosa obra de arte de Leonardo Da vinci. Desde pequeña fue
fea. Obviamente descendía de una de las ramas más directas de nuestros
antepasados los simios. En ella y en su familia la teoría de la evolución no
había hecho reparo.
Al llegar a la
adolescencia descubrió sus poderes. Una importante conexión astral con los
poderes que dominan el universo y su capacidad de volar en los días de mucho
viento gracias a los alerones que tenía en lugar de los hombros.
Simia tenía una gran uniceja, pero no la tenía en la frente. En sus años
mozos descubrió las maquinillas de afeitar y borró temporalmente aquel pequeño
bigotillo. Aunque también en un descuido se afeitó las cejas.
Durante una temporada se quedó sin expresión alguna. Pero a ella no le
hacía falta. Su belleza estaba en el interior. Concretamente en el fondo del
caldero en el que hacía sus pociones.
Todos los hombres del mundo estaban enamorados de ella. Nadie podía
resistir ese aspecto malayo, exótico y bizarro. Era como si a su paso las
hormonas masculinas bailasen el “boggie, boggie” danzando en busca de su amor y
su atención.
Simia tenía el don de encapricharse de los hombres que gustaban a sus
amigas y hacía patéticas y lamentables exhibiciones de conquista frente a sus
“amigas”. Esto la alejó poquito a poco del grupo. Ese hecho y su obsesión con
combatir con Satanás. Ella se comunicaba con la oui-ja como quien lo hace con
un nokia. Con toda la naturalidad del mundo.
Su madre era un poema, era como la copia morena de la bruja Lola. Cateta,
soez y ordinaria como ella sola. Bruja desde su juventud había metido en el
mundo de lo esotérico a su hija, la “elegida”. Así fue como entre las dos y al
enterarse de que los amigos de su hija le habían dado puerta, no por ser
extraña y peligrosa, sino por envidia de su belleza y su poder, urdieron una
venganza.
En conjunto prepararon una pócima mortal. Esta tenía como objetivo
conseguir que los padres de los miembros del grupo fuesen muriendo poco a poco.
Y así fue, los padres de Rasputín y la chica invisible fallecieron. El de
Mikita también, pero consiguió regresar a la vida.
CAPITULO OCHO – FALSAS APARIENCIAS
Los días transcurrieron
rápidamente desde que el chico radioactivo se enteró
de que su pareja prefirió
afinar el violín de otro músico antes que el suyo propio. Difuso y movido por
una rabia desmedida decidió castigar a la chica bomba con que cargase con su
intento de suicidio durante el resto de su vida. Siniestramente y poniendo en
practica una vez más sus malas artes de sádico pasivo alineo sobre la mesa su
juego de cuchillas preferido y escribió una pequeña nota con su propia sangre:
“Me has traicionado, me marcho… Hasta siempre”
Como bien sabemos el pasado siempre regresa cuando menos lo esperamos y así fue en esta ocasión también. Mientras el chico tóxico urdía su plan Simia Lisa poniendo en marcha el suyo. En vista de que su maldición no había alcanzado a su ex amiga decidió tomar la justicia por su mano y hacerle pagar todo el dolor que ella creía que le había inflingido en el pasado no adorando su belleza y todas sus virtudes.
Como bien sabemos el pasado siempre regresa cuando menos lo esperamos y así fue en esta ocasión también. Mientras el chico tóxico urdía su plan Simia Lisa poniendo en marcha el suyo. En vista de que su maldición no había alcanzado a su ex amiga decidió tomar la justicia por su mano y hacerle pagar todo el dolor que ella creía que le había inflingido en el pasado no adorando su belleza y todas sus virtudes.
El sonido de la puerta
fue plomizo. Alguien perturbaba el pequeño intento de suicidio del mini
chantajista emocional. Asustado y perturbado porque fuese la chica bomba
recogió y abrió la puerta. Al otro lado de la puerta esperaba Simia con un
pañuelo empapado en formol que hizo que el violinista cayese inconsciente en el
acto. Rápidamente lo metió en la jaula de hamster que llevaba y lo secuestró.
Paralelamente. En el
baño de una discoteca la mujer invisible estaba haciendo un test muy peliagudo.
El predictor. Durante toda su vida había practicado el acto amoroso ebria
perdida, pero en aquella ocasión no fue así. Su jueguecito de conquistadora le
había salido mal. Se había topado con un desalmado que la había enamorado hasta
las trancas. Y que muy probablemente también le había dejado un regalo. Algo
que solo podía desenvolver dentro de nueve meses.
Al regresar a casa la chica bomba encontró la nota de novio y entendió que lo sabía todo y que la había abandonado. Lo que desconocía era que había caído en las manos de una peligrosa depredadora. Dejó caer aquella nota de despedida y con suavidad acarició su vientre. Sola y abandonada ahora ¿quien la ayudaría a criar a su hijo?, ¿Y lo peor de todo, como descubriría de cual de aquellos dos hombres era?
Al regresar a casa la chica bomba encontró la nota de novio y entendió que lo sabía todo y que la había abandonado. Lo que desconocía era que había caído en las manos de una peligrosa depredadora. Dejó caer aquella nota de despedida y con suavidad acarició su vientre. Sola y abandonada ahora ¿quien la ayudaría a criar a su hijo?, ¿Y lo peor de todo, como descubriría de cual de aquellos dos hombres era?
Mientras tanto
Gordinaria continuaba guardando los bolsos en la discoteca. Teniendo en cuenta
que habían pasado ya dos semanas desde que la dejaron esperando en la discoteca
debemos entender que nunca fue una chica demasiado avispada. Pero de repente,
al rascarse el escote y descuidadamente dejando ver parte de su turgente pecho,
de las sombras salió Ferrario, un joven que llevaba el mismo tiempo abandonado
allí porque sus amigos tampoco le habían avisado de que se marchaban. Eran la
pareja perfecta. Aquel era el inicio de una bonita historia.
Continuará... (Fin de la
primera temporada)
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