El ambiente, en el piso de Lina no podía ser más lóbrego.
Todas, Deli y la abuela Lula incluidas, se encontrabas sentadas alrededor de la
mesa del comedor. En el centro habían colocado un tablero oui-ja y sobre él un
vaso de duralex. Los pañuelos púrpura sobre las tulipas de las lámparas
acababan de conferirle al apartamento un aire misterioso que recordaba a la
consulta de una vidente; eso o a un local de chicas de vida alegre. De
cualquier modo, la estampa era digna de ser fotografiada:
-
¿Alguna vez habéis hecho una oui-ja? –preguntó Madame
Lula.
-
En el instituto, hace mucho tiempo –dijo Bib orgullosa.
-
Es muy fácil… Hay que poner el dedo sobre el vaso y
llamar a la María Alicia esa. Si tenemos suerte contestará y nos contará que le
pasó.
-
Señorita Lula, ¿y si ahorita quién contesta es el Diablo?
–preguntó Gabri que temblaba exageradamente.
-
¡Qué va a salir el Diablo! –exclamó la abuela Lula- Si nos
sale el Diablo le enseño el coño y se irá asustado, eá.
-
¡Abuela! ¿Qué te he dicho sobre tu chocho? –digo Deli
recriminando su arrebato barriobajero.
-
¿Qué parece el cuello de una pava? –de repente hace una
pausa y añade rápidamente- No, eso me lo dijo el ginecólogo.
-
¡Abuela! –exclamó de nuevo Deli profundamente
avergonzado- ¿Qué van a pensar estás chicas?
-
Pues pensarán que si sale el Diablo se irá despavorido.
Ya verás…
De pronto se puso en pie y comenzó a arremangarse poco a
poco la falda. La reacción de las chicas fue instantánea y sus súplicas se
sucedieron casi al unísono:
-
¡No lo haga, abuela Talula! ¡Por favor!
-
¡No, no, no nos haga esto!
-
Ya hemos sufrido suficiente… -concluyó Lina tapándose los
ojos.
-
¿Veis? Tenía yo razón. Si se presenta el Diablo me lo
saco y punto.
Dicho lo cual, todas pusieron el dedo sobre el vaso y la
abuela Lula inició la sesión invocando a Maria Alicia:
-
Maria Alicia, si estás ahí, manifiéstate.
Hizo una pausa e intercambió una mirada cómplice con su
nieto:
-
¿Hay alguna presencia entre nosotros hoy? –preguntó al
aire.
De repente, ante mi mirada atónita el vaso se movió. Se
desplazó hasta el “Sí”. ¿Había allí alguien más a parte de mí? ¿Si así era por
qué yo no podía verle?
-
¿Cómo te llamas?
El vaso comenzó a deslizarse rápidamente sobre el tablero
y en un pis pas compuso mi nombre: “Maria Alicia”.
Perfecto, ahora éramos dos Maria Alicias, ¿Cómo podía
ser?
Durante algunos segundos me quedé boquiabierta mirando
como el vaso se deslizaba sobre la tabla y finalmente lo entendí: ¡Deli y
Madame Lula estaban tomándoles el pelo! ¡Se estaban haciendo pasar por mí para
sonsacar información y ponerlas nerviosas!
-
¿Alguna de las personas presentes en este salón esconde
algo relacionado contigo?
Fue un segundo, puede que tan solo una fracción, pero fue
suficiente para que Delito observase la extraña reacción de Bib a aquella
pregunta.
Deli se percató que cuando su abuela preguntó eso, Bib
retiró instintivamente el dedo del vaso. Tan sólo había sido una fracción de
segundo, pero había sido lo suficiente como para revelarles que estaba
escondiendo algo. Lástima que no fuese lo que Delito Penal estaba pensando.
Lamentablemente el secreto que Bib estaba escondiendo no
ayudaría a esclarecer mi muerte; el secreto que mi amiga estaba ocultando era
que yo soy una asesina.
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