1. Que el novio vea el traje de novia antes de la ceremonia. Para evitarlo, se montaban fiestas entre amigos del novio (principio de las despedidas de soltero): Y de paso da muy buen rollito que tu novio se olvide hasta de que existes por culpa de una bailarina exótica a la que los amigos han invitado. Desde hace unos años también da mala suerte ver al novio con su traje, por lo que las amigas cumplen idéntica función.
2. Que la corbata del novio sea troceada: augura infidelidad. ¿De él o de ella? No está muy claro. Por esta razón invitamos a que el novio haba un canje de la corbata con el cuñado antes de trocearla.
3. Casarse en enero: penas económicas. ¡A ver!, ¿Y cuándo no? Si encima te llueve ese día de enero, ya puedes ir corriendo al juzgado tras la lluvia de arroz.
4. Llevar perlas: augura lágrimas: Porque luego descubres que las perlas que te han regalado son falsas y es normal que llores. ¡Encima que les has dado de cenar de gratis, que te vengan con esos regalos tan cutres!
5. Si el novio corta la tarta solo, la pareja no tendrá descendencia: Mis amigas se debaten entre el “Si te crees que voy a ser tu esclava vas listo” y el “¡Que tranquilidad tener noches de pasión desenfrenada sin riesgo futuro de oír <<mamá>>” En este caso, la mala suerte puede ser una bendición.
6. El mal de ojo echado por las solteronas envidiosas. ¿Y quién siente envidia ante una boda? Desde luego, el novio tendría mucha mala idea si invitara a su ex. Entonces el velo debe ser de plomo y el novio, un sádico o muy tonto.
7. Los anillos no deben prestarse bajo ningún concepto y menos a alguien del propio sexo, porque entraña el riesgo de perder al cónyuge: ¡Encima eso! Yo tengo amigas que no han prestado el anillo y sin embargo, han perdido a su cónyuge; y a otras que han regalado el anillo después de un tiempo y el marido no ha desaparecido. ¡Eso va con la persona!
De todas maneras, lo mejor es hacer caso de los grandes autores, y más cuando son santos. Y a las pruebas me remito, porque, cuando se le preguntó a San Agustín de Hipona sobre el matrimonio, dijo lo siguiente: “Casarse está bien, no casarse está mejor”.
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