Aquel rencuentro sin duda había animado a mi amiga Lina;
la había animado y a la vez la había llenado de dudas. ¿Verdaderamente podía
jurar que ni Bib, ni Gabri, ni Susana estaban relacionadas con mi muerte?
-
Chata, ya sabes como es la gente. ¡No te puedes fiar ni
de tu padre! ¿Estás segura de que tus amigas no tienen nada que ver con la
muerte de María Alicia? –preguntó Néstor echando el humo del cigarro como si
fuese una chimenea.
-
Segura, segura… Segura se puede estar de muy pocas cosas
hoy en día –dijo reflexionando.
-
Ves, lo que yo te decía. Ellas también son sospechosas.
-
Pero…
-
Nada de peros, ¿tú quieres que te ayude, no?
-
Sí, claro.
-
Pues déjame a mí. Lo primero es investigarlas, después ya
veremos si las incluyo o no.
Obviamente Delito Penal sabía lo que estaba diciendo. Era
lógico que sospechase de cualquiera, incluso de Lina. Tal y como se comportaba
se notaba que tenía experiencia investigando. Su pose y su actitud andrógina me
descolocaron, pero aún y así algo me dio buena espina en ella, bueno en él…
¡Bueno, lo que quiera que fuese!
Cuando abandonó el piso de Lina, Néstor prometió que por
la noche regresaría; que esa misma noche Delito les haría su primera visita.
Y así fue, a las 22:00 exactamente. El día había transcurrido
de manera aburrida, habían venido algunos policías a hacer preguntas sobre la
muerte del inspector Coronado, pero poco más. Cuando Deli entró en el edificio
algo extraño me sucedió, como una especie de sacudida eléctrica, sentí un
desgarro en mi alma inmortal y acto seguido me materialicé junto a él. De
pronto me sentí magnéticamente unida a aquella “mujer”.
En esta ocasión Deli había venido acompañado por una
mujer mayor a la que se dirigía como abuela Lula:
-
¿Y aquí dices que han matao a alguien? –preguntó agarrándose
con su huesuda garra al pasamanos de la escalera.
-
Sí, aquí mataron a un policía anoche.
-
Coño, pues yo no siento ná.
-
Vale, abuela. Ya se verá. Puede que con un poco de
chinchón se te manifiesten mejor los espíritus.
-
Puede.
¿Una vidente? Pensé mientras merodeaba alrededor de la
abuela Lula intentando que me viese. Puede que si conseguía concentrarme lo
suficiente pudiese comunicarme con ella y explicarle toda la verdad.
-
¡Ojú, niño! Que fresco hace de repente. Ojalá me hubiese
puesto bragas… A mí edad coger frio por el chichi puede ser mortal.
-
¡Abuela, no digas esas guarradas corcho! No queda nada
profesional hablar de tu chichi delante de nuestros clientes. ¿Entendido?
-
¡Tú si que entiendes, mariposilla mía! Sube tu culito por
delante de mí que yo necesito mi tiempo, ya llegaré. Dale tiempo a mi
putrefacto cuerpecillo pa subir.
-
Nos vemos arriba entonces.
Deli avanzó hasta llegar al piso de Lina y llamó a la
puerta:
-
Hola, Deli, pasa, pasa. Te estábamos esperando.
-
¿Todas? –preguntó echando un vistazo a la sala donde
esperaban Bib, Gabri y Susana.
-
Sí, estamos todas.
-
Bien, hoy haremos algo especial.
De pronto la abuela Lula apareció a sus espaldas
maldiciendo el que el ascensor no funcionase:
-
Ésta es mi abuela Lula –dijo Deli presentándola.
-
Para ti soy la Madame Talula –dijo echándole un vistazo a
Lina que esta noche parecía más masculino que nunca.
-
¡Coño! ¿Tu abuela tiene un puticlub? –exclamó de repente.
-
¡Que no! ¡Que soy médium!
Lina la observó estupefacta y preguntó en voz baja:
-
¿También tiene badajo?
-
¿Cómo? –preguntó Deli confundido.
-
Que si ella también es Trans, como tú y como yo.
-
¡No¡ ¿Por qué lo dices?
-
Como me ha dicho que es médium, pues he pensado que médium
hombre, médium mujer…
-
¡Que inculta eres, Lina! Mi abuela se comunica con los
muertos. La he traído para que intente hablar con María Alicia.
De pronto la cara de horror que transfiguró el semblante
de Lina dejó a Deli fuera de juego. ¿Era horror o tal vez miedo? Después de
todo, puede que Lina escondiese, es más, puede que matase por evitar que yo
abriese la boca.
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